Es de noche pero hay luz

"Todo es infinitamente posible", son cuatro palabras que encierran tal carga de optimismo y contienen tanto poder, que después de pensar en ellas, de revivir las experiencias propias - incluidas aquellas en las que "de milagro" hemos logrado algo o hemos salido de un gran apuro -, uno puede advertir fácilmente que la vida sería mucho más gratificante y plena si pudiésemos pasar de una frase hermosa a la seguridad absoluta de que así es, de que en esta forma funciona el universo, de que todo lo que elijamos experimentar, ser y tener, lo experimentamos, los somos y lo tenemos.

Todo es infinitamente posible y los caminos para lograrlo son infinitos, enseña el Maestro y yo, al oírlo, recorro los senderos de los sueños aún soñándose y los agrando, los adorno, con una imaginación que hace rato sobrepasó sus viejos límites y me llevó a descubrir, entre otras cosas, que lo posible es apenas una ligera curva del camino a la que llegamos fácilmente y que más allá de este recodo hay otros "posibles", y otros.

La pregunta aquí es ¿por qué, hasta ahora, nuestros sueños, deseos y aspiraciones son tan difíciles de lograr o, en la mayoría de los casos, simplemente se reducen a un juego mental - emocional que sirve de paliativo pero que, al final, nos sume en la desesperanza ante el fracaso en su realización?

La respuesta es sencilla y es obvia. Los sueños no los alcanzamos, las metas no las logramos, porque hemos vivido en la cultura del "no", del "difícil", del "imposible". Si sembramos semillas de fresa, cosechamos fresas; si sembramos la semilla de "difícil", cosechamos dificultades; si sembramos semillas de "imposible", cosechamos imposibles. La mente es el mayor prodigio de la naturaleza, es el campo más fértil que existe y nos da los frutos precisos de lo que sembramos en ella, por eso, si pensamos en que nuestro objetivo será muy difícil de lograr, eso tendremos: máximas dificultades y si pensamos en que no podemos, no podremos.

Es evidente que si sembramos peras, la cosecha no será de duraznos y si lo que llevamos de continuo a la mente es dificultad, temor, nuestra cosecha en la vida no serán rosas. Por el contrario, si nos "reprogramamos" y empezamos ya a sembrar en nuestro ser las semillas del "sí", del "ya", del "fácil", del "Yo", empezaremos a vivir la nueva realidad: la de lograr la satisfacción, fácil, rápida y positiva de lo que deseamos, con una gran ventaja sobre el negativo y es que todo se detiene con un "no" pero un "sí" es la llave que abre la puerta de las infinitas posibilidades. El "no" paraliza, impide, anula, mientras que el "sí" es movimiento continuo, es armonía, es realización, es trascendencia.

De manera que todo es infinitamente posible. Ahí está la herramienta -si así prefieren llamarla- para todos, para ser usada sin distingo de ninguna naturaleza. Ella espera sin afanes a que la usemos, no tiene prisa. De cada uno de nosotros depende la calidad de vida que vivimos y la verdad, hasta ahora, inmersos como hemos estado en la cultura del "no", todo ha sido infinitamente difícil. Es hora de cambiar, se puede cambiar, es infinitamente posible si nos decidimos a sembrar las semillas adecuadas.

"(...) la Fe, ese instrumento de conocimiento más que humano, que implica renunciar a uno mismo ante la evidencia de nuestra incapacidad para saborear la realidad, nos acerca al despertar del ojo del Espíritu, aquel que ve la luz en la que vivimos y nos sustentamos. Vivimos con los ojos cerrados en medio del Paraíso. Nos debatimos en mil guerras sin conocer la Paz en que moramos. Es de noche, pero hay luz."

Jairo Alfonso Martínez Gómez
Periódico El Compás
http://www.periodicoelcompas.info

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